miércoles, 16 de abril de 2014

Ese principe azul.

Orthetrum coerulescens.-


Paseando por la orilla de ríos de corriente serena, donde el agua se detiene a descansar en sus margenes antes de proseguir su camino, podemos conocer al protagonista de hoy.


No se puede negar que ha nacido para compartir espacio en ese mundo de luces y sombras, que resaltan a nuestro pequeño dragoncito azul.

Al poco de comenzar nuestros protagonistas distan mucho de tener ese elegante colorido, podemos decir que la pruina azul que lo invadirá, se gana con el tiempo... pero tampoco sería cierto del todo.


Así que en tanto se nace, se desplazará a zonas más reguardadas de la orilla hasta ir tornando ese dorado color, a ese azul pruinoso que recuerdan algunos frutos



En el caso de las hembras... pues ellas no están por la labor de vestir ese traje, el dorado es elegante...



Y además disimula perfectamente entre la vegetación... los ojos, naturalmente en azul quedan muy lindos.



Como os habreis fijado... y no os he dicho...  este pequeñuelo tiene cuatro piernas y dos bracitos, los cuales los mantiene recogidos y los usa solamente para limpiarse, acercar la comida a la boca o naturalmente agarrase en caso de una ventolera peligrosa.



Una vez alcanzado el liquido elemento, se aprovecha uno de ese estrellato multicolor que el agua ofrece.


Pienso que este protagonismo de luces que vienen y van, es algo que a nuestro pequeño cohete azul le encanta.



Como podeis observar, dependiendo del lugar en el que se encuentre, el macho del pequeño coerulescens es más o menos azul, también me he fijado que poseen una ligera diferencia de tamaño y formas, divagando llego a la conclusión que son los albores de la formación de alguna subespecie... o quizá no, quizá solo sea un antojo de color.



Distante de todas estas elucubraciones, el pequeño príncipe se mantiene atento a todo ser volador que discurra por la zona... ajeno, eso sí, a que muchas veces los sustos no te los dan desde arriba, sino desde donde menos te lo esperas.



La técnica de caza de este pequeño cohete es tremendamente sencilla, se mantienen en una atalaya próxima al agua, donde su color azul lo convierte en invisible, desde ahí observa el ir y venir de los diferentes insectos, y cuando uno pasa a una distancia poco prudencial, en una salida brutal con frenada y giros imposibles, atrapa a su presa, retornando en ocasiones al posadero para terminar su alimento.



En este tiempo las bellas princesas hacen apto de presencia y desplegando todo su encanto, el entorno se ilumina en bellas notas de color.



Una hembra sobre una atalaya es una terrible tentación, ahí solita, tan desvalida y tan bella.



Bueno es imposible que no atraiga las miradas de un apuesto galán... naturalmente los feos tienen menos oportunidades, la naturaleza es de una crueldad tan extrema como la belleza que atesora.



Si de ese encuentro surge el amor, el bello corazón de melón estará formado, tanto sea con un príncipe azul.



Como con un príncipe de beckelar.



Afortunadamente para gustos pintan colores y lo que algunas desprecian, otras lo adoran, lo más importante quizá sea la precisión y firmeza del enganche.



Y como buen padre, la vigilancia intensiva del reino mientra la dama hace la puesta.



Espero que os haya gustado esta historia de príncipes y princesas azules.



Un saludo desde donde nacen las nubes.

2 comentarios:

  1. Estamos empeñados en plantar coles en Marte, e non coñecemos os nosos menudos compañeiros terráqueos, que se cadra, son mais antigos que nos no planeta. Moi bo, Santi.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pois sí, todolos insectos son mais antiguos... as libeliñas non son unha excepción, alguns ejemplares non han evolucionado en absoluto dende o Xurásico, meis e ben certo que nestes tempos modernos dificil teñen sua continuidade...
      Moitas gracias polo comentario!

      Eliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...