viernes, 11 de julio de 2014

Aquellas islas soñadas

La Gaviota patiamarilla (Larus michahellis).-



Si yo fuese gaviota... si yo fuese gaviota quizá llegaría a aburrirme de volar en pandilla por las dunas costeras.


Quizá también, llegaría un tiempo en el que no me embargaría la emoción de asaltar los enseres de los bañistas.



Y así mirando al mar, me envolvería en nostalgia, soñando con ver aquella tierra que protegida por el agua, sea hogar, fin y principio de todo aquel destino al que te dirige la vida.



Entre azules una linea verde casi imperceptible se destaca en el agua.



Y dejando atras la juventud del espíritu, emprendemos vuelo hacia esa tierra soñada.



Existe la posibilidad que en la tierra que nos encontremos, se recojan las playas más bellas que esta gaviota pueda soñar.



La cual acunada por el aire, emprende un camino a la madurez, constante y sin pausa.



Así cuando se ha llegado a la meta soñada, y recreándose en sus rincones.



La sobrevolamos en busca de aquel lugar idóneo. Ese punto mágico donde podamos establecer un principio y un fin.



En nuestro tierra elegida existen playas de ensueño, bosques encantados, lagunas y acantilados, pero es importante volar y ver..



Y mirando, nos enamoramos de ese mágico lugar, pero no descendemos.



Porque desde el aire debemos revisar isla a isla aquello que en nuestra mente se ha fijado con el paso del tiempo.




Todo es cuestión de buscar, pero siendo gaviota aquella cumbre que nace en el mar es terriblemente encantadora.


Encontrando al acantilado origen de nuestros sueños solo queda descender.



Descender, poner los pies en el suelo y sumergirse en la realidad a la que nos ha traído nuestra fantasía.



Así, donde el agua y el aire se confunden una alegría inmensa nos inunda, y un grito de victoria sale de nuestro interior. Hemos llegado a aquella tierra donde estableceremos nuestro principio.



Donde rebrota la más dulce de las infancias.



Y donde nuestros pequeñuelos pueden corretear felices entre sus rocas.



Naturalmente siempre protegidos por unos padres extremadamente vigilantes.



Y poco a poco lo que ha sido un pollito irá creciendo, en compañía de sus hermanos.



Y bajo la atenta mirada se sus padres.



Los cuales, tras haber alcanzado el paraíso, se permiten un momento de descanso que se han ganado a pulso



Un saludo desde donde nacen las nubes.

4 comentarios:

  1. Muy chulo el reportaje. Fotos y paisajes extraordinarios.

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  2. Que pasada de sitio,quien estaria alli ahora!!! Y las patiamarillas tan aprovechadas como siempre,en cuanto ven la minima oportunidad de conseguir comida rapida, no dudan en lanzarse hacia la comida,esté donde esté( he llegado a ver una cogiendo comida de la mesa de un restaurante jaja)
    Pero si que es cierto que los pollos son adorables jeje
    Un salu2 desde el Sur (Mi nuevo blog - http://www.baeticus.blogspot.com.es/ )

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    Respuestas
    1. Muchas gracias por el comentario, haré una visita a tu blog no lo dudes

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